martes, 29 de mayo de 2012

¡¡VALIÓ LA PENAA!!

Desde pequeños, a todos nos han dicho alguna vez eso de "el tiempo al final pone a cada uno en su lugar, y siempre te recompensa." Pero conforme vas creciendo, y la vida de va dando palos por doquier, esa frase acaba por hastiarte.
Llegan retos, caídas, golpes, reintentos y más fracasos. Llega el dolor de las injusticias, la impotencia, el agotamiento e incluso la desesperación.
Pero un buen día, te levantas, y ves que esa frase no era nada falaz, y que la vida, al final de cuentas, acaba por ser justa.

Y es que hoy, después de este maldito curso de MUERTE, de tantos nervios,  de toda la presión acumulada, de las inyecciones de cafeína en vena para sobrevivir a las largas noches de estudio, de las "vueltecitas de tuerca" como llamaba mi madre a esa manía de exprimirnos al máximo, de las hijoputeces de los exámenes en los que al profesor le apetecía reírse un rato... 

Después de ver cómo la mitad de temario de 2ºBAT ya lo sabíamos porque lo dimos el año pasado, y de sudar la gota gorda para asimilar la materia de primero de carrera que a modo de "favor" nos han metido, de ver que cuanto más dabas más te pedían...

Después de que, hace sólo una semana, llegara a clase por la mañana y se me saltaran las lágrimas sin más de pura impotencia; por el agotamiento físico, psicológico y moral; por la sensación de NO PUEDO MÁS; por las ganas de mandarlo todo a tomar por culo.

Hoy, después de todo, la vida me ha vuelto a demostrar, que todo es fuerzo tiene su recompensa, y que merece la pena vivir.

Hoy, después de todo, puedo decir bien alto que TENGO MATRÍCULA DE HONOR EN 2º DE BACHILLERATO, porque me ha costado sudor y lágrimas, porque me la he ganado, porque me he dejado la vida para conseguirla, y porque después de todo, valió la pena.


sábado, 12 de mayo de 2012

¿Vale la pena?


Con un suspiro, agotado, pasó otra página ya escrita. "Si pudiese ahora mismo recordar con qué fin estoy perdiendo tanto tiempo..." Miró por la ventana y vio cómo los primeros rayos de sol despuntaban al alba. Otra noche de estudio y cafeína que acababa. Ocho horas más perdidas entre páginas.
Con un suspiro, resignado, cogió el bolígrafo de nuevo. Aún habría de perder bastantes horas más esa mañana.