miércoles, 24 de agosto de 2011

El mago


-Y entonces, aquel gran mago que todo lo podía, aquel capaz de transformarse en los animales más fuertes, feroces y valientes que puedas imaginar, dejó constancia de su gran secreto:
>>Por mucho que durante el día se caracterizara por toda esa braveza y grandilocuencia, al llegar la noche, la magia se revertía, produciéndose en él el efecto contrario, y convirtiéndolo en una pequeña florecilla tan frágil y vulnerable como la que más. Y no sólo eso, además, le resultaba imposible pedirle ayuda a los otros brujos del lugar, puesto que, acostumbrados a verlo en sus formas diurnas, tan impertérritas como autosuficientes; no se creerían jamás que, al perder las apariencias de la luz solar, el gran mago pudiera necesitar una mano amiga regara sus tiernos y débiles pétalos para aplacar la soledad.
>>Pues bien, esta fue la razón de su huída, el motivo por el que se marchó a la cueva en búsqueda de su integridad. Un desgarrador sentimiento que su corazón proclamaba a gritos, pero su boca se negaba a pronunciar.
-¿Y no podemos decirles nosotros a los brujos que el gran mago sólo necesita cariño de noche?
-Por supuesto que no, ¡romperíamos el hechizo!